Pérdida auditiva
Nuestra capacidad auditiva nos proporciona pistas sobre el mundo que nos rodea, ya que recibimos señales de nuestra ubicación, un sentido de la orientación e incluso indicaciones de peligro a partir de lo que oímos. Es posible que la dificultad auditiva no contribuya directamente al riesgo de caídas, aunque no poder oír determinados tonos, sonidos o voces puede aumentar el riesgo de que su ser querido sufra daños o lesiones. Por ejemplo, mientras conduce o corta el césped, o mientras camina por lugares como cruces, lugares abarrotados de gente o durante actividades al aire libre.
La pérdida de audición se produce por daños o defectos en las partes conductoras del oído (externo y medio) o en las partes neurosensoriales del oído (interno).
En el caso de la pérdida de audición conductiva, las tres causas principales son la acumulación de cerumen, las infecciones de oído y la otosclerosis. La otosclerosis es la incapacidad de amplificar los sonidos porque uno de los tres huesecillos del oído (osículos) no puede vibrar libremente.
En el caso de la pérdida auditiva neurosensorial, las tres causas principales son los trastornos hereditarios (antecedentes familiares), la exposición al ruido y la presbiacusia (la más común). La presbiacusia es simplemente la pérdida de audición relacionada con la edad que se produce en muchos de nosotros a medida que envejecemos.
Cómo contribuyen los oídos a las caídas
Incluso un grado leve de pérdida de audición triplica el riesgo de sufrir una caída accidental. Y este riesgo aumenta un 140% por cada 10 decibelios adicionales de pérdida auditiva.
El mareo y el vértigo pueden producirse estando tumbado o de pie. Si se producen estando de pie, pueden contribuir -y a menudo contribuyen- a las caídas. Y como el sistema vestibular está comprometido, a menudo no podemos reaccionar con la rapidez suficiente para evitar la caída.
En lo más profundo del oído se encuentra el sistema vestibular. El sistema vestibular es una delicada red de canales llenos de líquido cuya función principal no es sólo ayudar a oír, sino proporcionarnos el sentido del equilibrio enviando constantemente información al cerebro sobre la posición de nuestro cuerpo. Esto permite movimientos corporales rápidos y reactivos (llamados movimientos compensatorios). Algunos son tan pequeños que pasan desapercibidos, como cuando caminamos despreocupadamente, y otros son bastante grandes, como cuando estiramos los brazos al caernos. Los médicos especializados en este campo consideran que el sistema vestibular es el sexto sentido porque funciona a un nivel casi inconsciente.
Cuando el sistema vestibular está obstruido, inflamado, hinchado o dañado, puede afectar a nuestro equilibrio y a nuestros movimientos compensatorios. Los mareos y el vértigo -la sensación de dar vueltas incluso cuando no nos movemos- son trastornos del equilibrio vestibular que pueden aparecer a cualquier edad, aunque son más frecuentes a medida que envejecemos.
El vértigo aparece con los cambios de posición de la cabeza, y esos cambios son exclusivos de la persona que lo padece. Para algunos, puede ocurrir al girar la cabeza de un lado a otro. Para otros, puede ser mirando hacia arriba y a la derecha. Para otros, puede ser inclinando la cabeza hacia atrás. Y para algunos, simplemente aparece y desaparece sin ningún movimiento particular de la cabeza.
Los exámenes auditivos no sólo comprueban la audición
La pérdida de audición por sí sola es motivo suficiente para animar a su ser querido a someterse a un examen auditivo anual, aunque quizás lo más importante sea que los exámenes auditivos también pueden detectar estos trastornos del sistema vestibular. Tanto la salud auditiva como la salud vestibular son esenciales para la seguridad y el bienestar de su ser querido porque, además de la seguridad, pueden contribuir a la ansiedad y la depresión e influir en la socialización.
La detección precoz de los problemas da a su ser querido y a su equipo sanitario más posibilidades de abordarlos y reducir sus efectos o, en algunos casos, revertirlos.