El envejecimiento de los riñones
La pérdida de función renal asociada a la edad se reconoce desde hace décadas, aunque la mayoría de la gente no se da cuenta de que, a medida que envejecemos, perdemos función renal.
La capacidad de los riñones para filtrar adecuadamente la sangre empieza a disminuir de forma constante alrededor de los 40 años y se acelera a partir de los 65.
Las personas mayores de 60 años tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad renal.
Según estimaciones de la Universidad Johns Hopkins, se cree que más del 50% de las personas mayores de 75 años padecen una enfermedad renal, lo sepan o no.
Es posible que las personas mayores no se den cuenta de que corren un mayor riesgo hasta que sea demasiado tarde. Todas las personas mayores de 60 años deben someterse anualmente a pruebas de detección de enfermedades renales.
Cambios en los riñones relacionados con la edad
Con la edad se producen en los riñones varios cambios estructurales y de capacidad funcional distintos.
Pérdida de masa renal resultante de una disminución del número de nefronas, las unidades estructurales y funcionales básicas de los riñones.
Estrechamiento y endurecimiento de los vasos sanguíneos de los riñones, lo que reduce el flujo sanguíneo.
Estrechamiento y endurecimiento de los vasos de los glomérulos, la diminuta red de vasos sanguíneos que constituyen las unidades de limpieza de los riñones.
Disminución del flujo sanguíneo renal, lo que impide que los riñones filtren adecuadamente los productos de desecho y eliminen el exceso de líquidos.
Disminución de la tasa de filtración glomerular (TFG), una medida que determina lo bien que filtran los riñones.
Cambios en la actividad hormonal que pueden causar lesiones en los propios riñones, así como problemas en diversos sistemas y funciones corporales como la presión arterial, la densidad ósea y la oxigenación.
Problemas potenciales
Varios signos apuntan a problemas con la función renal, sobre todo:
Proteinuria: nivel elevado de proteínas en la orina.
Hematuria: sangre en la orina.
Aumento del nivel de creatinina.
Desequilibrios electrolíticos.
Hipertensión arterial difícil de controlar con medicación.
Cuando estos síntomas se observan en pacientes de edad avanzada, los médicos pueden sospechar que se trata de una inflamación de los riñones (glomerulonefritis) o de una filtración dañada que provoca el vertido de grandes cantidades de proteínas en la orina (síndrome nefrótico).
Enfermedad renal crónica (ERC)
La enfermedad renal crónica se define por la presencia de daño renal o disminución de la función renal durante tres o más meses, independientemente de la causa, y viene determinada en gran medida por la tasa de filtración glomerular (TFG) y el contenido de orina.
Según las directrices actuales, un FG inferior a 60 durante tres meses o más se considera un indicio de enfermedad renal crónica.
La enfermedad renal crónica (ERC) en los adultos mayores puede ser el resultado de una combinación de deterioro fisiológico de la función renal relacionado con la edad, comorbilidades (otras afecciones médicas), factores de riesgo (estilo de vida, antecedentes familiares) y agresiones externas (medicamentos/polifarmacia, agentes ambientales).
En EE.UU., la ERC en personas mayores de 65 años es más frecuente (38%) que en el resto de grupos de edad y, en las últimas cuatro décadas, los pacientes mayores de 75 años son el grupo que más rápido ha iniciado la diálisis (tratamiento de la enfermedad renal terminal).
Posiblemente no haya motivo de alarma
Investigación publicada en JAMA (2021) descubrió que muchas personas mayores de 65 años con una TFG baja y sin proteínas elevadas en la orina no presentaban mayores riesgos para la salud. Para las personas de 70 a 80 años, una TFG baja puede reflejar simplemente la ralentización normal de la función renal con la edad.
El estudio concluyó que los criterios actuales de ERC que utilizan los mismos índices de TFG para todas las edades pueden dar lugar a una sobreestimación y sobrediagnóstico de la ERC entre los ancianos, lo que conduce a intervenciones innecesarias en personas que simplemente presentan una reducción de la TFG relacionada con la edad.
Si su ser querido tiene más de 60 años, debe someterse a un cribado anual de la enfermedad renal, pero sin sacar conclusiones precipitadas sobre los resultados. Los resultados deben discutirse a fondo con el médico para determinar el estado de salud de su ser querido, el nivel de riesgo y el diagnóstico posterior (si lo hubiera).