Los fideicomisos revocables e irrevocables son dos figuras jurídicas distintas que se utilizan en la planificación patrimonial, cada una con características y fines individualizados. Los fideicomisos revocables ofrecen flexibilidad y control durante la vida de su ser querido, mientras que los fideicomisos irrevocables proporcionan seguridad, protección de activos y posibles beneficios fiscales, pero requieren que su ser querido renuncie al control y la propiedad de los activos del fideicomiso de forma permanente.
Fideicomiso revocable
Un fideicomiso revocable, también conocido como fideicomiso en vida o fideicomiso inter vivos, es un acuerdo legal por el que su ser querido (fideicomitente) transfiere la propiedad de activos a un fideicomiso durante su vida, siendo él mismo normalmente el fideicomisario y beneficiario inicial. Su ser querido conserva la capacidad de enmendar, modificar o revocar el fideicomiso en cualquier momento mientras viva y sea competente.
Flexibilidad. Su ser querido puede hacer cambios en el fideicomiso, como añadir o eliminar activos, cambiar los beneficiarios o modificar los términos del documento fiduciario, a medida que cambien sus circunstancias o preferencias.
Planificación de la incapacidad. Un fideicomiso revocable prevé la gestión de los activos del fideicomiso en caso de incapacidad de su ser querido, garantizando la continuidad de la gestión de los activos sin necesidad de intervención judicial.
Privacidad. Los fideicomisos revocables suelen evitar la legalización de un testamento, lo que permite la transferencia privada de activos a los beneficiarios sin supervisión judicial ni escrutinio público.
Propósito. Los fideicomisos revocables se utilizan habitualmente para evitar la legalización de un testamento, planificar la incapacidad, mantener la privacidad y agilizar la gestión y distribución de activos tras el fallecimiento de un ser querido.
Fideicomiso irrevocable
Un fideicomiso irrevocable es un acuerdo legal en el que su ser querido transfiere la propiedad de los activos a un fideicomiso, renunciando al control y la propiedad de los activos de forma permanente. Una vez establecido, un fideicomiso irrevocable generalmente no puede ser enmendado, modificado o revocado por su ser querido, excepto en circunstancias limitadas y requiere el consentimiento de los beneficiarios o una orden judicial.
Permanencia. Los términos de un fideicomiso irrevocable suelen ser fijos y no pueden ser modificados por su ser querido, lo que proporciona seguridad y permanencia en la gestión y distribución de los activos.
Protección de activos. Los bienes transferidos a un fideicomiso irrevocable suelen estar protegidos de acreedores, demandas y otras amenazas potenciales, puesto que ya no se consideran parte del patrimonio personal de su ser querido.
Planificación fiscal. Los fideicomisos irrevocables pueden ofrecer ventajas fiscales, como la reducción de los impuestos sobre el patrimonio, la minimización de los impuestos sobre la renta o la preservación de la elegibilidad para prestaciones gubernamentales sujetas a la comprobación de recursos.
Propósito. Los fideicomisos irrevocables se utilizan habitualmente para la protección de activos, la planificación fiscal del patrimonio, la planificación de Medicaid, las donaciones benéficas y la conservación del patrimonio para las generaciones futuras.
La principal diferencia entre los fideicomisos revocables e irrevocables radica en la capacidad de su ser querido para modificar el fideicomiso y la permanencia de sus términos.
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